Feeds:
Entradas
Comentarios

El efecto Miguel Ángel es un proceso de interdependencia mediante el que dos miembros de una pareja se «esculpen» uno al otro en la dirección de sus respectivos Yo ideales.

Por ejemplo, imaginemos que una persona es afectuosa y cálida y así se manifiesta a su pareja: sin embargo, cuando se comporta así, la otra persona reacciona de forma fría e intentando distanciarse. Cuanto más se repita ese proceso, más probable es que la primera persona deje de comportarse de manera afectuosa, con lo que ya no manifiesta este aspecto de sus Yo e, incluso,con el tiempo, tal vez llegue a cambiar la percepción que tiene de sí misma.

El efecto miguel Ángel consta de tres fases:

1. Afirmación perceptiva de uno de los miembros de la pareja (por ejemplo, A cree que B es generoso-y la generosidad forma parte del Yo ideal de B, de lo que a él o a ella le gustaría ser)

2. Afirmación conductual  (por ejemplo, A se comporta de manera que favorece la generosidad de B)

3. Movimiento hacia el Yo ideal del otro miembro de la pareja (B se hace cada vez más generoso).

Cuando el proceso camina en esta dirección, la relación mejora. En cambio, cuando funciona en sentido inverso (A cree que B no es generoso, pero si en realidad la generosidad es un aspecto del Yo ideal de B, la creencia de A no favorece comportamientos generosos en B y este acaba siendo menos generoso de lo que era), la relación empeora.

Cuanto más estrecha o íntima es una relación, más intensidad adquirirá este fenómeno dado que la frecuencia de interacción probablemente sea mayor y además la motivaciones para adaptar el Yo a las percepciones y demandas de la otra persona también serán más elevadas.

En una serie de estudios con poblaciones diferentes y utilizando medidas distintas, Drigotas y cols. (1999) han confirmado la relación positiva entre la afirmación perceptiva y conductual y la satisfacción y estabilidad de las relaciones de pareja.

5. Contextos Situacionales, Específicos del Campo de la Vida Cotidiana.

Las mentalidades ecológicas estructuran el modo en que las personas se enfretan a las constricciones sobre, y las oportunidades para, el comportamiento favorable al medio ambiente en la vida cotidiana. La vida cotidiana, en cualquier caso, tiene lugar dentro de distintos contextos situacionales. El trabajo profesional, el trabajo doméstico y el ocio son espacios de acción con una gran variedad de racionalidades, horizontes de expectativas, demandas y opciones para la acción. Esto produce la conocida heterogeneidad de las pautas del comportamiento medioambiental.

4. Las Mentalidades Medioambientales

Las normas ecológicas, no obstante, no pueden ser integradas en los tradicionales modos de vida sin consecuencias. Al menos en alguna medida, requieren una ruptura respecto de las rutinas de la vida cotidiana. Esto es válido en particular para las sociedades occidentales orientadas al consumo. Asocian interpretaciones de la realidad específicas de un medio social y sus hábitos de actuación con las pautas genéricas de orientación política.

3. Los Mundos de la Vida Específicos de cada Medio Social

El debate público sobre el medio ambiente se reformula selectivamente en los contextos de la vida cotidiana. Los mundos de la vida específicos de cada medio social ofrecen diferentes resonancias culturales para los debates medioambientales, implicando consideraciones sobre la salud, la comprensión de la naturaleza, valores, orientación religiosa, estilos de vida, etc. Construyen también representaciones sociales selectivas de las normas generales de comportamiento ecológico.

2. EL DISCURSO MEDIOAMBIENTAL PÚBLICO

Los problemas medioambientales no vienen dados objetivamente sino que se construyen socialmente. En las sociedades modernas, la esfera central para la construcción social de los problemas es el público de los medios de comunicación de masas. Filtrado por la lógica específica de la producción de los medios, el discurso medioambiental público puede considerarse como un espacio de luchas simbólicas continuas entre actores colectivos en competencia que tratan de impulsar su propia definición de los problemas. Cada uno de estos «marcos de problemas» (Gamson, 1988) o líneas narrativas (Hajer, 1995) implica una interpretación específica de las causas, asignación de responsabilidades y propuestas para las estrategias «adecuadas» para la resolución de los problemas. Cual de estos «marcos de problemas» llega a ser dominante en el discurso público depende de forma significativa de sus resonancias fenomenológicas dentro de un contexto social y cultural dado (Snow y Benford; Snow et al., 1988). En los países occidentales, casi 30 años de debate público sobre el medio ambiente han conduncido así a la emergencia de estándares normativos específicos para la «adecuada» percepción de los problemas y el comportamiento medioambiental.

La búsqueda de contextualización requiere precisión. Sólo puede desarrollarse el contexto específicamente relevante para la conciencia y el comportamiento medioambiental en la vida cotidiana mediante el empleo de distintos niveles de relevancia. Estos niveles deberían ser entendidos aquí como sistemas de filtro que están incrustados unos  en otros.

Se distinguen cinco filtros:

1. EL ENTORNO ESTRUCTURAL Y CULTURAL

El contexto más general de la conciencia y el comportamiento medioambiental es el entorno estructural y cultural de una sociedad determinada: el grado de industralización, el nivel de riqueza, las tradiciones culturales, las formas de diferenciación e integración social, orden político, problemas y divisiones centrales. Para cada país, estos diversos aspectos del contexto macroestructural se combinan para conformar un modelo específico de sociedad que influye en las formas de vida y las formas de experimentar la realidad.

«La idea del Ser Supremo y de la inmortalidad del alma es una llamada
constante a la justicia, es una idea social y republicana. La naturaleza ha
dado al hombre el placer y el dolor, acepciones que le resultan provechosas.
La obra maestra de la sociedad sería generar en el hombre, respecto a los
objetos morales, un instinto inmediato que sin la ayuda, más lenta, de la
razón, le impulsase a buscar el bien y evitar el mal, pues la razón de los particulares,
engañados por las pasiones, es con frecuencia la de un sofista que
aboga por su causa. Ahora bien, lo que produce o sustituye a ese instinto
sublime, lo que suple los fallos de la autoridad humana, es la religión, que
graba en las almas la idea de una sanción sobre los preceptos morales, dictada
por un poder superior al hombre». ROBESPIERRE, Discurso, 7-V-1794

» El derecho y la norma natural, bajo la cual todos los hombres nacen y viven la mayor parte de su vida, no prohibe sino lo que nadie desea y nadie puede: no se opone a las riñas o los odios, ni a la ira, ni al engaño, ni absolutamente a nada de cuanto aconseje el apetito. Nada extraño, dado que la naturaleza no está encerrada dentro de las leyes de la razón humana, que tan solo buscan la verdadera utilidad y la conservación de los hombres, sino que se rige por infinitas otras, que se orientan al orden eterno de toda la naturaleza, de la que el hombre es una partícula» Spinoza, Tratado Político, cap.2

«Intento de comprender y explicar cómo el pensamiento, el sentimiento y la conducta de las personas individuales resultan influidos por la presencia real, imaginada o implícita de otras personas» G.W. Allport

Es un buen arranque para determinar….